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"El padre Sergio" de León Tolstói


Obra menor dentro de la gran producción literaria de Tolstoi, pero que define perfectamente al autor en su madurez, donde vivía obsesionado por los dilemas morales y las inquietudes espirituales y religiosas. La novela narra la historia de un joven y ambicioso oficial castrense Stepán Kasatki que tras descubrir la infidelidad de su prometida con el zar Nicolai I decide abandonar su vida personal y militar y convertirse en monje, convirtiéndose en el padre Sergio. Arrastrado por sus continuos cuestionamientos de la fe y del celibato, decide recluirse en una cueva, cual ermitaño, y alejar las tentaciones de la carne y concentrarse en la oración. Una noche recibe la "visita" inesperada, onírica o real, de una mujer que lleva la intención de seducirlo. Preso de la incapacidad de dominar sus impulsos, cercena con el hacha  un dedo de su mano, consiguiendo así que el dolor ejerza de barrera contra el pecado. Se extiende el "rumor" de que el padre Sergio consiguió reconducir a esa mujer desvergonzada y descarriada llevándola nuevamente por la senda del señor. Es así como el asceta, el padre Sergio se convirtió en "santo". Enfermos y religiosos peregrinaban en busca de sus milagros. Su "locura" por ayudar le lleva a creer que verdaderamente tiene poderes curativos, que ejerce como intercesor entre Dios y el hombre. En una de sus curas cae en el vicio de la carne con la hija enferma de un mercader, acto que provoca la pérdida definitiva de su fe en Dios. "Dios no existe!" "Me confieso lujurioso, asesino, blasfemo y farsante" Clama al cielo desesperado mientras sueña con la llegada del ángel de la muerte. Pero no será la muerte quien le desvele en la fría noche sino el ángel redentor que encaminará su devenir hacia la vida sencilla y anónima. En su nueva identidad de peregrino que vive de la mendicidad se esfuerza por llevar a cabo buenas pequeñas obras. Este punto final parece la enseñanza moral de esta parábola pero Tolstoi realiza un último giro de guión para mostrarnos su visión actual del mundo que vivimos, frío, impersonal y sin sentimientos. El mendigo Sergio es detenido y al no querer desvelar su identidad ni ser reconocido como el "famoso santo Sergio" es juzgado, condenado y enviado a Siberia a purgar sus penas. Toda la obra es un cuestionamiento de las motivaciones que llevan a los seres humanos, en sus diferentes variantes, a acercarse a la fe y a Dios. Ese monje no es sino un espejo del ser humano, cuya "vida exterior" (asistencia a servicios eclesiásticos , ostentación de símbolos, pertenencia a órdenes religiosas, "ayudas" a los menos desfavorecidos proclamadas a los cuatro vientos, etc...) acaban por ocupar el espacio de la "vida interior". La iglesia convertida en la "empresa del Señor" y sus fieles convertidos voluntariamente en "clientes" en busca del perdón y la redención, previo pago del diezmo "voluntario". Penitencia al portador!!!. Pone en entredicho la labor del estamento eclesiástico por cuanto su obra, aparentemente dirigida más hacia el hombre y menos hacia Dios, no hace sino hacer arder con más fuerza la llama exterior a la vez que debilita el brillo menguante de La Luz de la verdad interior. Pero Tolstoi no sólo interpela a la iglesia sino que por Analogía juzga a una sociedad competitiva, cruel y desigual que encamina al hombre por la senda de la ambición. El ser humano ávido de alcanzar una mejor posición profesional abandona en su progreso el espíritu y la motivación que le llevaron a escoger esa profesión. Cuanto más arriba más impuro y más alejado del verdadero propósito de la actividad. La "fama mundana" del éxito nos cubre de una maraña de maleza que todo lo nubla. No atisbamos a comprender cuan efímera e irreal es esa "fama" y es por ello que cuando desaparece, lo que siempre ocurre tarde o temprano, nos vemos recluidos, abandonados, postergados en la fría estepa siberiana donde nada ni nadie reconocerá victorias pasadas...sólo quedará Soledad, memoria y olvido. 

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