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“ La doncella de Orleans “ de Friedrich Von Schiller


Friedrch Schiller es seguramente, junto a Wolfgang Goethe, el dramaturgo mejor considerado y más conocido de Alemania. Poeta, novelista, historiador, filósofo...Schiller es, a su vez, uno de los máximos representantes del romanticismo alemán dado que tanto su persona como su obra aúnan muchas de las características y cualidades propias del movimiento. He escogido la obra teatral “La doncella de Orleans”, tragedia más conocida en España como Juana de Arco, principalmente porque la heroína protagonista es una mujer, hecho diferencial y transgresor, que marca evidentemente el desarrollo de la trama. La historia, adaptación libre, de la figura de Juana de Arco se enmarca en la “guerra de los cien años” que Francia libró contra la invasión inglesa en el Siglo XIV. El rey Carlos VII, está acorralado a punto de perder el bastión de Orleans, cuando de la nada emerge la figura de Juana, quien enfundada en su armadura y desprovista del yelmo, blande su espada consiguiendo recuperar la moral del ejército francés y derrotar al enemigo. Juana, hija de un vulgar labrador, recibe una noche la visita de la Virgen quien le encomienda la misión de liderar y conducir a Francia a la victoria. Esa Anunciación, que recuerda en sus formas a la que el arcángel San Gabriel hizo a Maria, no es sino un reconocimiento a la Figura de la mujer como la escogida para ser la madre del salvador, llámese Jesús o Juana de Arco. Tras la milagrosa victoria, la corte y el pueblo ensalzan la figura de Juana hasta santificarla, consideración que deriva de la supuesta influencia del espíritu en su figura. Pero todo cambiará cuando en el fragor de una nueva batalla, Juana se enamore de un enemigo. Ese hecho la apartará de su camino, haciéndole perder el interés por su destino divino, sumiéndola en una constante pérdida de fe y de voluntad. Juana será finalmente acusada de hechicera, repudiada y condenada al ostracismo de vagar sola y desamparada por los mundos de Dios. Pero quiso la fortuna que en su caminar fuera capturada y encarcelada por el ejército inglés que corría en retirada. Ante tal circunstancia Inglaterra vuelve a la carga con ánimos renovados y avanza sobre territorio francés cosechando victoria tras victoria. La escena final recoge como Juana de Arco impulsada por su destino “rompe las cadenas” que la mantenían presa, cabalga hasta el campo de batalla para, ondeando su estandarte, llevar a Francia a la victoria final. Juana muere en esa contienda defendiendo los ideales divinos y nacionales franceses lo que convertirá su persona en una figura de leyenda atemporal que encarna el orgullo, la valentía y la responsabilidad frente al propio destino. Es sin duda una obra legendaria, cuyos diálogos rozan lo sublime, y que sume al lector en una aventura trepidante y azarosa llena de sobresaltos y hazañas, que se enmarca entre las mejores obras de aventuras nunca explicadas. Schiller enfatizó en la belleza de Juana (que se ajusta al canon griego clásico) porque, como ya recogiera en “Sobre la educación estética del hombre en una serie de cartas” la propia justicia natural y divina requieren para su consecución de la necesidad trascendental y utópica de la belleza como punto de partida. La obra exalta los sentimientos de Juana que, en todo momento, deben conjugarse con su destino puesto que el amor y sus derivadas no son sino la otra cara de la misma moneda. Es una obra que, toda ella, está envuelta de una ola de nostalgia, una especie de culto al pasado, a la tradición clásica porque incluso la propia estructura narrativa y el lenguaje “huelen” a viejo (siempre bajo la mejor consideración del término). Juana además recoge la herencia de la religión y del nacionalismo clásico y encarna la figura del héroe romántico que, caracterizado por su fuerte idealismo, antepone a cualquier otro objetivo los designios divinos y su propio destino. Aún así el destino, como nos muestra la propia obra, dependerá en todo momento de la fuerza del carácter, de la fe y de la voluntad individual que pueden torcerse en cualquier momento. Que mejor fecha que hoy, primer domingo de mayo y día de la madre, para ensalzar la figura de Juana de Arco que, pese a lo que diga Voltaire, siempre encarnará la valentía, la sabiduría y el amor para con los suyos, cualidades propias de todas las madres. Feliz día mamá!!!  



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