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"Los Maia" de Eça de Queirós

Tengo el defecto de serie de vivir permanentemente en un estado de melancolía profunda. La añoranza se apoderó de mí para no soltarme ya nunca y ésta, comprensiblemente, se ha visto agudizada en estos tiempos que corren. Espero que el motivo de este agravamiento no sea sino el fruto de este confinamiento casi-perpetuo y no el echo de que finalmente mi psicosis inicial, que en parte parecía controlada, haya derivado en el "síndrome de la añoranza" o "Homesickness". En cualquier caso esta pequeña tara bañada en el mar de la angustia existencial es la que me conduce a mi nuevo destino literario...Portugal. Esa "Saudade" personal me obliga a recorrer mentalmente una y otra vez unos días vividos con Silvia en un viaje maravilloso que nos llevó a Lisboa y es en sus calles y en especial en muchos momentos vividos en el Barrio de Chiado y en la actual Rua Garrett donde se para el tiempo: revivo el tacto y el olor de los ejemplares de la librería Bertrand, caminamos sin rumbo por la Alfama hasta "escondernos" en un pequeño bar donde escuchar, de fondo, fados que tiñen de historia y de nostalgia nuestra aventura en común. Esa morriña hace que hoy desde "La Calma", el café Pessoano de Argelita, transite por la obra del "Cervantes" portugués que no es otro que Eça de Queirós. "Los Maia" es un recorrido increíblemente lúcido por la Portugal del Siglo XIX a través del retrato de la vida de la Familia Maia, y en especial del abuelo Afonso Maia y de su nieto Carlos da Maia. Es la visión, desde la posición bienestante de una familia adinerada y bien educada, del declive de la sociedad portuguesa que sufre una transformación/modernización que rompe con todos los moldes políticos, sociales, religiosos e incluso "morales" establecidos hasta entonces. Eça de Queirós se erige en Mirabeau para, desde el púlpito, narrar con sus grandes dotes de orador la visión portuguesa de la influencia que los jacobinos y Robespierre tuvieron en la revolución política y social portuguesa. Los miembros del clero portugués ejercen de paladines de la moral, de la costumbre y del orden...mientras recitan, en la oscuridad de sus aposentos, las letanías de la carne vividas en el último burdel o Lupanar de Pompeya. Eça me recuerda que, sin yo saberlo, fuí educado "a la portuguesa": memorización + catecismo, y que los "clásicos" son siempre un "postre" porque el primer deber del hombre es VIVIR. Destacan, además de los ya expuestos, los personajes de Ega y de Tomás de Alencar. Ega el un "pensador y escritor" que vive en Villa Balzac y que escribe las "Memorias de un Átomo", mientras que Alencar encarna al ilustre poeta, vividor e idealista. Sus conversaciones, desvaríos y desavenencias no son sino el reflejo de las diferentes visiones confrontadas que confluyen en ese siglo. Los españoles no salimos muy bien parados porque encarnamos la pillería, a los maleantes y la lujuria (las españolas son sinónimo de rameras en busca de fortuna). Aún así peor queda Portugal a la que se la acusa de importarlo todo, de no tener nada originario y propio: ideas, leyes, filosofía, ciencia, industria, etc.. Todo en Portugal es un traje de segunda mano que queda corto de mangas. Es evidentemente una lectura pausada, de acción sutil, con amplias y minuciosas descripciones, de grandes personajes y de un análisis irónico, sarcástico y lleno de humor de la estulticia humana que nos persigue sin remedio mientras tratamos de huir de  camas ajenas. Pero por encima de todo esta obra es un cenáculo en el que los diletantes del arte de la lectura saciarán sus estómagos ávidos de aprehender el "Estilo literario de los clásicos".....porque en palabras de Eça de Queirós…"Aún está por demostrar que el estilo no discipline el pensamiento".



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