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"Glosa" de Juan José Saer





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Pongo, con esta maravilla que es "Glosa" de Juan José Saer, el Punto Final a mi viaje al fondo de la Argentina desplazándome a la Ciudad de Santa Fe, lugar en el que se centra el universo literario Saer. El argumento es simple, dos amigos, el matemático y Ángel Leto, tratan de recordar, mientras pasean por Santa Fe, que sucedió en la fiesta de cumpleaños de Washington Noriega. Fiesta por otro lado a la que ninguno de los dos asistió y de la cual hablan de oídas, siempre en base a lo narrado por otros. La conversación no es sino una revisión y continua interpretación de lo explicado por terceros, con las distintas visiones y percepciones, en ocasiones transformadas o voluntariamente tergiversadas,  de lo vivido. Ese viaje al recuerdo, es casi un "ensayo" sobre la capacidad de narrar el pasado y del valor y la importancia de la memoria y del relato de la historia. El propio título nos marca el "fondo" de la novela. El término "Glosa" hace referencia a una interpretación de un hecho, y esta novela trata de ahondar en las diferentes interpretaciones que tratan de hacerse un hueco, así como en la fugacidad de los sentidos y en la pérdida de valor de la "verdad" con el paso del tiempo. Es además un homenaje a la amistad, a las pequeñas anécdotas, a los recuerdos y a las viejas historias compartidas. El estilo de Saer es inconfundible y si hay algo que destaca sobremanera es su capacidad para alargar las frases hasta el infinito. Hay quién dice que en el fondo esa característica no era sino su forma de oponerse al régimen, una forma de actitud contestataria frente a la Dictadura y en especial contra la "Ley de Punto Final y Obediencia Debida", mediante las cuales se trató de sancionar la impunidad de los responsables penales de la desaparición forzada de tantos opositores. En cualquier caso su lectura me ha recordado mucho al resumen que Aureli hizo de "Los surcos del Azar" porque Saer también habla de las "marcas" o los "surcos" que el arado deja en la tierra o que el escritor o historiador deja con la impronta de su obra en el recuerdo colectivo. Ese y no otro es, a su entender, nuestro único legado. Saer es además un maestro del suspense. Es capaz de combinar ensayo y ficción, narrando en paralelo una aventura en la que se entremezclan la muerte, el suicidio "involuntario" y el peso de la mentira...aspectos en los que no me detengo porque sería revelar parte de la magia y la intriga de la novela. Hay una metáfora preciosa en ese regreso al pasado, en ese volver a recorrer lo ya vivido que se materializa en que, en un momento de su paseo, El matemático y Leto, deciden darse la vuelta y caminar por la calle "al revés", para atrás, de espaldas...de forma que se aprestan a ver nuevamente lo ya caminado, los mismos árboles, las mismas casas, las mismas tiendas,...esa mirada "a contracorriente" es también una constante en la obra de Saer que trató siempre, en palabras de Calamaro, de "seguir la misma dirección, la difícil la que usa el salmón"..."hasta llegar al vacío total, de tu mano me voy a soltar". Saer parece tenerla clara y, a pesar de estar recaliente con los boludos que nos rodean y nos gobiernan, y a pesar de que la changa de escritor no es sino un gran quilombo que no proporciona una luca, seguirá, novela mediante, gritándole a los pibes, que ¡¡Ni en pedo!! dejará de chupar y pedirse un pucho en su boliche favorito, para en su locura y con "Por una cabeza" de Gardel como musica de fondo, tratar de seguir, con la palabra, "rompiéndole las bolas a Todos" mientras se da la vuelta y, sin renunciar a Gardel, ni a Fierro ni a Maradona, caminar hacia atrás, clamando a voz en grito...... "Andá a cobrarle a Magoya". 




Comentarios

  1. Jejeje. De aquí a poco si afinas los giros unte convertirás en porteño más, Aramis. Muy buena reflexión sobre un gran escritor, más de tu gusto que del mío, pero grande al fin.
    Solo una observación, la ley de Punto final y Obediencia debida, es más bien lo contrario a lo que describes. Cuando empiezan a juzgar a los militares argentinos por los desaparecidos, torturas y demás delitos cometidos en dictadura, les llega tal avalancha de denuncias que les hace pensar que a ese ritmo, todas las fuerzas armadas terminarían en el calabozo. Entonces el Congreso, que tampoco quería convertir al país en una Costa Rica del sur, se saca de la galera esta ley que dice algo así como que a partir de un grado en el escalafón militar hacia abajo (no sé decirte cual),,mataron violaron y torturaron por orden de sus superiores por lo que no eran sancionables sus acciones. Asi los que estaban arriba fueron al trullo y los de abajo ocuparon sus puestos de mando. Abrazo.

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