"Afectos secundarios" de Fátima Casaseca

 

No dudo de que Fátima Casaseca se convertirá, con el tiempo, en lo que la contraportada de este libro dice que es: "una de las voces más cercanas e inteligentes de la nueva narrativa española". Incluso me atrevería a decir que quizá ya lo sea, a sabiendas de en el mal lugar que, a mi entender, ese hecho deja a la nueva narrativa española y a los escritores que la conforman. Quiere el destino haberme colocado  en el siempre confortable asiento del lector, que no critico porque no creo albergar ninguna de las virtudes ni cualidades que tal título mereciera, y es por ello que me veo en la obligación de mostrar mi absoluta perplejidad ante los continuos alagos que esta obra ha provocado en parte de la crítica y del publico. Siempre es complejo explicar porqué un libro no te ha gustado porque no hay clavos a los que agarrarse en el apuntalamiento de tus ideas, no hay características, virtudes, recursos literarios, tramas, etc sobre las que sustentar la emoción vivida o la continua persuasión literaria con la que el autor consiguió subyugarte. Aun así trataré de explicarme. La historia nos muestra a cuatro mujeres que nada tienen que ver entre sí que, debido a un hecho común a las cuatro, acaban entablando una relación de amistad. La estructura es muy original porque todo el libro es relatado en primera persona por esas mismas cuatro mujeres. Aquí la autora escoge cuatro clixes de mujeres "tipo" muy diferentes para que el lenguaje empleado por cada una de ellas sea distintivo y sirva de marco referencial. Este hecho se vuelve en mi opinión en contra de la propia novela. El vaivén descoloca al lector, evita crear clima y pulsión narrativa y crea una línea argumental disrruptiva que impide la empatía con la trama y con sus personajes. La sintaxis narrativa y el léxico adaptado al servicio de cada historia generan en mi opinión incomodidad en el lector. La trama está trufada de típicos tópicos, pero envueltos en una aparente comicidad irreverente, con referencias irónicas en tono burlesco a actores o escritores actuales, cuando menos poco afortunadas. He tenido la tentación de abandonarla en varias ocasiones pero uno siempre alberga la esperanza de que aparezca Messi y nos regale una idea mágica o un regate argumental que justifique la entrada. Hoy Messi no apareció pero eso no significa que el fútbol, digo la literatura, no siga siendo el mayor espectáculo del mundo.